sábado, abril 07, 2007

La verdad, fuerza del cambio



Una vez, tomando un café con un amigo, en una bar del centro de la ciudad, hablábamos acerca de lo difícil que resulta cambiar condiciones de vida que nos afectan.

Creo que es de tener en cuenta que hay cuestiones que hacen a nuestra vida personal -subjetiva- y cuestiones que hacen a nuestra vida social. Pero ambas, están entrelazadas de tal modo que no podemos decir que podemos vivir y cambiar independientemente de nuestro entorno, como si fuéramos entes aislados.

La cuetión era ¿porque si todos dicen que quieren cambiar, resulta que hay repetitivas muestras de sufrimiento tanto en cuestiones personales como sociales? ¿ hay desiciones que se pueden tomar individualmente? ¿ irse a otro lugar soluciona las vidas de los que se van..... y de los que se quedan? ¿cuál es la responsabilidad de cada uno de nosotros?


Es anécdota conocida por muchos argentinos, aquella en la que un sindicalista devenido político dijo hace muchos años ya en un programa de T.V. " para que las cosas cambien ....tenemos que dejar de robar por lo menos, durante dos años....".....hoy sigue siendo apoyado por mucha gente para dirigir politicamente el país.....


La reflexión en el bar seguía y me quedó retumbando la idea de que la fuerza del cambio provenía de "dejar de mentir".....¿lo haríamos posible?.


Ya C. Jung (1875-1961) decía que la labor terapéutica, era en esencia, que el interesado descubriera "su propio secreto" .....esto es, las fuerzas que actuaban desde el inconsciente. Creo que así como la labor terapéutica personal consiste en ello, la labor en la "terapéutica social" consiste también en que cierto porcentaje de implicados en el entramado social conozca los secretos que ella misma -la sociedad- esconde en su "inconciente colectivo".


De ésta época ...mas o menos...es el artículo que sigue:


Develando la verdad, la fuerza del cambio

En tiempos de crisis: sean estas globales, regionales, familiares, de pareja o de uno mismo surge, como prioridad, la necesidad de cambio y transformación.
Es difícil, para cualquier ser humano, asumir la responsabilidad del propio cambio y transformación: ¿qué debo cambiar?, ¿cómo puedo hacerlo? ¿qué guías son de verdadera ayuda? ¿quién me garantiza que cambiar no empeorará las cosas? y así, entre miedos, incertidumbres y, a veces, mucha confusión cada uno de nosotros emprende el desafío de transformarse a uno mismo. Claro que, siempre y cuando, ya hayamos sorteado la etapa de la resistencia a cambiar y pedir e incluso exigir que cambien todos menos yo. Pero, superada, en parte, esta etapa, y tomando debida cuenta que el cambio debe empezar por “casa” empezamos o continuamos algún tipo de indagación y trabajo de autoconocimiento de la mano de la necesidad terapéutica de sanar aspectos heridos o cerrar “asignaturas pendientes”.
Hay miles de caminos, de técnicas, de herramientas, cada una de ellas útiles, para cada necesidad específica de cada uno. También hay miles de terapeutas, maestros, astrólogos o facilitadores que pueden ayudar en el proceso (de cambio y transformación), según nuestro particular interés o afinidad con los mismos. Aún así, nos seguirá faltando un esencial ingrediente para el desarrollo de nosotros mismos, una intención que no puede faltar a la hora de ser artífices de nuestra existencia: el arte de decidir mirar de frente a la verdad. A la verdad del otro, de los otros, a la verdad familiar, a la verdad histórica, racial, y de la humanidad, a la verdad de la cultura con las verdades propias de cada “aldea” en particular y, claro, por sobre todas las cosas, la verdad de nuestro ser íntimo, incluyendo lo que desconocemos de él, lo inconsciente, tanto en sus aspectos dolorosos como el miedo, la vergüenza, la ira, la culpa, etc. como aquellos aspectos que están latentes, esperando nacer o crecer: sentimientos de amor, de bondad, de justicia, de libertad, etc.
Que más podemos hacer a la hora de necesitar cambiar sino empezar por cambiar el engaño por la veracidad, las creencias erróneas por correcto conocimiento, las emociones asociadas a fantasías por sentimientos reales y concretos, ritmos de vida asociados a la competencia desleal por una simplicidad voluntaria y solidaria. En fin, algo que de tan simple es de una profundidad y compromiso que nos asusta un poco a todos… dejar de resistir la verdad.
A veces la verdad está asociada a una cuestión de tinte intelectual, decimos: este concepto es verdadero o falso, tal información es verdadera o tales afirmaciones son falsas. La cuestión es desarrollar una concepción integral de la verdad. Esto es: el cuerpo dice verdades que no llegamos a comprender, hay una inteligencia emocional que expresa grandes verdades que nos cuesta traducir, hay verdades filosóficas que nos negamos a aceptar, como hay verdades científicas que aún desconocemos y con respecto a las verdades psicológicas, astrológicas y/o esotéricas ¿como definirlas?, ¿como practicarlas? sino en sintonía intuitiva entre consultor y consultante, sintiéndose ambos, partícipes de la investigación, develamiento y despliegue de verdades, cada vez más profundas.
La pregunta se impone, ¿Por dónde empezar? . Uno de los pasos es, quizá, reconocer que uno mismo o la sociedad en que vive está en tiempo de crisis, esto es: necesidad de cambio y transformación. Así ya habremos aceptado la primera verdad acerca de nosotros mismos y la actualidad que se "mira por T.V.", la que nos hará estar más cerca de la próxima verdad a descubrir.


Hasta un próximo encuentro.


Javier Ignacio Alvarez

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