viernes, agosto 11, 2006

La actitud significadora


Este es un trabajo sobre la base filosófica de Victor Frankl ( interpretada desde mi perspectiva particular)

Victor Frankl ( 1905 - 1997 )







La actitud significadora

¿Qué es el hombre? Es una pregunta que han intentado contestar muchos pensadores a lo largo de la historia. Desde distintos “puntos de vista”, según la especialidad de cada uno, según, también, su propio foco de percepción y situación particular. Así antropólogos, biólogos, filósofos, teólogos, sociólogos, psicólogos, escritores, poetas y tantos otros buscadores, no especialistas han reflexionado y elaborado teorías acerca de la misma cuestión… ¿qué es el hombre?
También, creo, es importante asumir que, según el mundo particular desde donde se hacía la investigación se demarcaban distintivas respuestas. Así, por ejemplo, fue durante muchos años, una forma de estudiar al hombre, ir a visitar distintas tribus en zonas periféricas a la “cultura occidental” en su propio campo vivencial, intentando con ello observar, definir y construir teorías acerca del origen del hombre y sus formas de ser primitivas. Muchos europeos y luego americanos visitaron y describieron a muchas tribus de Africa, América, Asia y Oceanía. Claro que, éstas primeras investigaciones “eurocéntricas” llevaron, en principio, con ella, la idea de que su propia cultura podía comprender y dar explicación a las otras culturas según sus parámetros y paradigmas construidos.
Hoy, nos hacemos la misma pregunta, en la mayoría de los casos, con una mayor capacidad comprensiva, mejor caudal de información y una mirada ampliada, que nos permite reconstruir una concepción del hombre no tan viciada de la, ya vieja, subjetividad eurocéntrica.

Esta introducción acerca de la indagación de lo humano, sirve a los efectos de no perder la noción de que hay muchos puntos de vista socio-culturales desde donde estudiar y conocer al hombre, y, también muchas situaciones desde donde hacerlo. Revisemos algunos parámetros: la mirada socio-económica-productiva-cultural (según la mirada de capitalistas, trabajadores, liberales, socialistas, intelectuales, educadores y otros grupos); la mirada de género (masculina o femenina); la mirada teológica-religiosa ( creyentes, ateos, naturalistas, devotos particulares o religiones foráneas del mundo occidental); y, claro, tantas otras miradas. La que en este trabajo nos ocupa es la mirada de Víctor E. Frankl del cual se hace necesario describir su situación, como de atisbar su mundo interno para así abocarnos a la tarea de exponer, lo que humildemente intentamos en esta monografía, sus ideas acerca de ¿qué es el hombre?.

Estudiada la biografía del mismo de su libro “El hombre en busca de sentido” donde relata su estadía en el campo de concentración de Auschwitz, como prisionero, durante la segunda guerra mundial, pasaremos a describir algunos conceptos que puedan enriquecernos de su reflexión. Siendo la misma, construída, desde su origen judío creyente, estudioso de la psique humana como psiquiatra y, sobre todo, de su intenso, profundo y dramático encuentro y convivencia con la muerte, la dominación cruel de hombres sobre hombres, las condiciones dramáticas infligidas, junto con la falta de libertad y el sometimiento como realidad cotidiana.
Frankl se pregunta ¿qué es el hombre?, sí, pero centra la respuesta en otras preguntas: ¿tiene sentido el existir?, ¿tiene sentido mantenerse vivo en condiciones de extremo sufrimiento?¿qué es lo que nos mantiene vivos cuando las circunstancias parecen amenazar en forma terrible nuestra salud, nuestro bienestar?, preguntas cuyas respuestas se fueron caldeando durante sus días de cautiverio.
Frankl nos ofrece una profunda mirada, como otros filósofos existencialistas, acerca, no tanto del ser del hombre, sino acerca de su existir, su estar en el mundo, sus “para que” antes del “que”. Tampoco se detiene mucho en el “por que”, esto es, en los orígenes del hombre, sino, en el sentido de estar vivo en un momento dado.
Dice Frankl:
“Así, pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada individuo en un momento dado”(1)
Aquí Frankl resalta la existencia, no los principios generales, válidos para todos, sino que compromete a cada uno de nosotros con el significado único y distintivo que nos comunica nuestra propia existencia. Aquí podemos encontrarnos con la sensación de soledad y vacío existencial, que Frankl describe así:
“El vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el siglo XX. Ello es comprensible y puede deberse a la doble pérdida que el hombre tiene que soportar desde que se convirtió en un verdadero ser humano. Al principio de la historia de la humanidad, el hombre perdió algunos de los instintos animales básicos que conforman la conducta del animal y le confieren seguridad; seguridad que, como el paraíso, le está hoy vedada al hombre para siempre: el hombre tiene que elegir; pero, además, en los últimos tiempos de su transcurrir, el hombre ha sufrido otra pérdida: las tradiciones que habían servido de contrafuerte a su conducta se están diluyendo a pasos agigantados. Carece, pues, de un instinto que le diga lo que ha de hacer, y no tiene ya tradiciones que le indiquen lo que debe hacer; en ocasiones no sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen (conformismo), o hace lo que otras personas quieren que haga (totalitarismo).(2)
Este párrafo nos lleva a reflexionar una hipotética definición acerca de lo que es el hombre: ¿El hombre es lo que es capaz de decidir, de elegir?
Dice Frankl:
“No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto”.(3)
Frankl pone en relevancia la condición de ser responsable como la esencia íntima de la existencia humana:
“En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quién se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; solo siendo responsable puede contestar a la vida. De modo que la logoterapia considera que la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable”.(4)
Así Frankl, lo interpreto, está definiendo al hombre o, podría decir, sólo son hombres, aquellos que son autoresponsables o pueden dar respuesta de sí mismos.
Frankl, hace un hincapié exaltado de la capacidad humana de autoconciencia, considerando que no es a Dios a quién se tiene que rendir cuentas, sino a la sociedad en que vive, o, en otras ocasiones, a su propia conciencia. Así, por ejemplo, resalta la actitud por sobre la condición vivida. Dice:
“Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomemos hacia el sufrimiento, nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento”.(5)
Haciéndo un paralelo reflexivo con el Enfoque centrado en la persona (E.C.P.) en el cuál se cree más importante, no, “lo que nos pasa”, sino el “que nos pasa con lo que nos pasa”, podríamos decir que Frankl no toma ninguna de éstas dos alternativas, sino que va a resaltar la actitud que tomamos frente a “lo que nos pasa” y si podemos encontrarle un sentido a la experiencia. Dice:
“Uno de los postulados básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido”.(6)
Aún más, para Frankl, el hombre tiene un “suprasentido”, un aspecto trascendente, a tener en cuenta. Hablándole a un grupo de logodrama dice:
“¿Y que hay del hombre? ¿Están ustedes seguros de que el mundo humano es un punto terminal en la evolución del cosmos? ¿No es concebible que exista la posibilidad de otra dimensión, de un mundo más allá del mundo del hombre, un mundo en el que la pregunta sobre el significado último del sufrimiento humano obtenga respuesta?.(7)
Frankl aquí, hace preguntas. No enuncia afirmativamente, no define ni propone creer en una vida de tipo ultraterrena, pero sí asume una actitud de vida, en la cual está contemplado un significado allende la existencia físico-corporal.
¿Una forma de consolarse frente al sufrimiento vivido?
¿Una evasiva para soportar situaciones en extremo angustiantes?
¿Una quimera que ayude a sobrellevar la finitud y dolor humanos?
Dejemos que Frankl conteste éstas preguntas y acompañémoslo, cada uno, hasta donde sintamos prudente hacerlo.
“Nunca me cansaré de decir que el único aspecto verdaderamente transitorio de la vida es lo que en ella hay de potencial y que en el momento en que se realiza, se hace realidad, se guarda y se entrega al pasado, de donde se rescata y se preserva de la transitoriedad. Porque nada del pasado está irrecuperablemente perdido, sino que todo se conserva irrevocablemente”.(8)
“En vez de posibilidades yo cuento con las realidades de mi pasado, no sólo la realidad del trabajo hecho y del amor amado, sino de los sufrimientos sufridos valientemente. Estos sufrimientos son precisamente las cosas de las que me siento más orgulloso aunque no inspiren envidia”.(9)


¿Qué es el hombre?....seguimos preguntando….
Quizá, existe ésta pregunta palpitando en cada uno de nosotros, a veces se percibe o escucha más, a veces, apenas se oye entre las actividades y cotidianeidad. Lo que seguramente todos, tenemos una respuesta, quizá parcial, quizá influenciada por otros, quizá construyéndose día a día junto al andar que une a nuestro cuerpo con nuestro espíritu.

Hasta el próximo encuentro

Javier Ignacio Alvarez.


(1) “El hombre en busca de sentido” V. Frankl . Pag 107
(2) op.cit. pag. 105
(3) op.cit. pag. 107
(4) op.cit. pag. 108
(5) op.cit. pag. 110
(6) op.cit. pag. 111
(7) op.cit. pag. 115
(8) op.cit. pag. 117
(9) op.cit. pag. 118

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