domingo, agosto 13, 2006

Masculino y femenina....un cuento de domingo

Una vez, se encontraron en un camino solitario, una mujer y un varón, caminando en sentidos opuestos
- ¡Hola! – dijo el varón-
- Hola –contestó la mujer, y preguntó- Disculpe, sabe si voy bien hacia el pueblo de Amorlandia.
- Sí, vas bien….es allí de donde vengo…..pero dime, ¿porqué te diriges hacia allí?, es un pueblo donde reina el caos y las pasiones desordenadas.
- Ah, no sé, -replicó ella- solo me dejo guiar por mi sensibilidad, me entrego a ella, y hacia allí me lleva ésta…Y tú, ¿adonde vas?
- Yo, -dijo él- voy en la búsqueda de Verdadlandia, y según el mapa que tengo en mis manos es para allá.
- Sí, es de allí de donde vengo, pero dime, ¿por qué quieres ir allí?, es un pueblo donde reinan la frialdad y la disciplina.
- Ah, no sé, -replicó él- pero creo tener razones suficientes que me guían, y, además un sinfín de preguntas que, calculo, allí podré contestarme.
Se miraron uno al otro, no muy frontalmente, un poco con recelo y desconfianza, se despidieron amablemente y partieron, cada uno, hacia su objetivo. Caminaron ambos unos pasos, entre apresurados y temerosos, cuando, de repente se precipitó una fuerte tormenta, con rayos, truenos y un gran aguacero. Ambos corrieron a protegerse hacia el único árbol que había a la vera del camino, a esperar que pasase el mal tiempo. Incómodos, impacientes y angustiados, sin hablarse por un tiempo vieron como el viento huracanado soplaba intensamente y el agua amenazaba con inundar el lugar.
Cuando, por fin, se rompió el silencio, y ya más calmo el clima, la mujer se atrevió a preguntar.
- Dime, ¿porqué te fuiste de Amorlandia?
- Ya te dije, contestó él- era un caos, ¡todos unos románticos!, y sentí un irrefrenable impulso que nacía en mi corazón, que me hizo decidir ir en busca de Verdadlandia….y tú, ¿por qué te fuiste de Verdadlandia?
- Ya te dije, -dijo ella- todo era frío y rutinario. Pienso que es la intuición más razonable y reflexiva que he hecho en mi vida.
Pasado un tiempo y vibrando las respuestas de ambos en sus corazones y mentes, se atrevieron a mirarse por primera vez a los ojos, y rieron y lloraron mientras el clima se vestía de un sol radiante.

La historia es larga, pero basta contar que decidieron, ambos, quedarse allí a construir un hogar, que con el tiempo fue un pueblo y que la llamaron Vidalandia.
Hoy se puede ver al pasar por allí, en el centro mismo del pueblo, aquel árbol, con éste epígrafe a sus pies,

“Aquí, bajo éste árbol, símbolo de Vidalandia,
se encontraron el amor y la verdad
y decidieron estar en paz”



Javier Ignacio Alvarez

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