viernes, julio 17, 2009

"Una extraña dictadura" de Viviane Forrester

Casi desde niño me eduqué en contacto a la espiritualidad. De familia cristiana, ya a los 15 años dejé de "creer" según "ese formato" y me fueron llegando paulatinamente libros sobre espiritualidad oriental.

El Tao te king, y luego con los años la practica de meditación y el estudio de la filosofía en general , profundizando en el Vedanta.

La búsqueda y práctica de acceder a estados de conciencia no ordinarios dió como fruto la creencia de que la espiritualidad era la experiencia de Unidad de todo lo existente. ( ver Psicología Transpersonal)

Pero los años me llevaron a la creencia de que el tema de mayor interés no era, el cómo liberarse de la fragmentación experiencial de tener un cuerpo individual, no era cuestión de salirse del "samsara", o de la "cárcel del alma"- el cuerpo- , sino que el mayor misterio era "el más acá" y no "el más allá", era descubrir el hecho -y su significado- de estar encarnado, de existir en éste mundo.
Así fué naciendo mi interés en el reconocimiento del cuerpo social y cómo se podía experimentar la Unidad de la espiritualidad en las diversidades que mostraba éste "cuerpo social" con sus miembros.

De allí que mi interés en la espiritualidad y la psicología subjetiva ( o autoconocimiento) se fué mutando hacia el interés por la sociología con sus ramas más preciadas ...la política, la economía, la jurisprudencia, la producción y el consumo.

Pero éste estudio implicaba que estudiar al "cuerpo social planetario" , implicaba que tuviera que salir de un formato determinado de perspectiva para poder apreciar la Unidad del cuerpo y no quedarme atollado en la idea de "Somos el formato de creencias elegido" , los iluminados.

Así como en la religión el más claro obstáculo de Unidad es "sentirse parte del pueblo elegido por Dios", en la sociología el más claro obstáculo a la unidad existencial es "sentirse parte del grupo social más evolucionado".

Así, hoy creo que, los estudios culturales y sociales nos abren la puerta a reconocer los fanatismos, dogmatismos o "dictaduras" de ( cuadrantes , niveles, estados, tipos y líneas ).

la pregunta es: ¿Cómo, sin renunciar a nuestra identidad social, grupal, etnica o familiar, puedo reconocer la dinámica establecida del funcionamiento del cuerpo social y , haciendo un diagnóstico y buscando las causa de los problemas, poder acceder a los mejores tratamientos?

1) Diagnóstico: reconocimiento de síntomas y desórdenes

2) "Etiología social" : reconocimiento de las causas de los desórdenes

3) Tratamiento: prácticas que ayuden a sanar o paliar los desórdenes

Hay muchos libros que han pasado bajo el puente de mis lentes ( aunque todavía no uso me gustaba la frase), muchas charlas grupales o dialóguicas, mucha información recibida y transmitida ...y creo todos estamos en ésta danza de reconocer la "Unidad Corporal" aparte de la "Unidad Espiritual" ( casi que me sale decir que mucho más facil de alcanzar....que miope!! ja).
Hoy quiero compartirles un libro que leí hace unos años y me parece, aún, digno de lectura....sobre todo para los que creen que el "Neoliberalismo" se ha ido para no volver. ( Me parece casi lo mismo que decir que los niños ya no viven la época de "narcisimo omnipotente" y que ya nacen maduros y sociales ).

Aquí la portada del libro y más abajo una entrevista a la autora.

Javier Alvarez







VIVIANE FORRESTER• ESCRITORA
"Hoy Shakespeare escribiría de economía"
MARGARITA RIVIÈRE. EL PAIS 28/01/2001


La escritora francesa, autora de El horror económico, del que ha vendido más de un millón de ejemplares en todo el mundo, vuelve a la carga cuatro años después con Una extraña dictadura, en el que arremete contra la mala gestión de la globalización y la califica de dictadura anónima.

"Día tras día somos testigos del fiasco del ultraliberalismo. Día tras día este sistema ideológico basado en el dogma (o en el fantasma) de la autorregulación de la economía llamada de mercado muestra su incapacidad para gestionarse a sí mismo, controlar lo que promueve o dominar lo que desencadena. Hasta el punto de que sus iniciativas, tan crueles para el conjunto de las poblaciones, terminan por revolverse contra él por efecto bumerán (...)".

Así empieza Una extraña dictadura (Anagrama), el último ensayo / provocación de Viviane Forrester, la escritora francesa que a sus más de 70 años es un mito para muchos jóvenes inconformistas

Pregunta.En cierta ocasión se defendió de los que dicen que un novelista no entiende de economía asegurando que Shakespeare hoy también hubiera escrito sobre ella.

Respuesta. ¡Es que Shakespeare habla de economía en muchas de sus obras! Habla del poder y hoy hablaría mucho más de ese enorme poder económico. Balzac también se dio cuenta de la importancia y el enigma de la economía que marca todos los destinos humanos. Cada uno de nosotros llevamos el sistema económico pegado al cuerpo.

P. Ser hija de banqueros, tener dinero y después no tenerlo, ¿facilita el espíritu de rebeldía?

R. Lo que más me afecta es ver víctimas, como son hoy los inmigrantes. Porque yo también lo fui: te quitan completamente tu identidad y eres alguien superfluo, sujeto a la indiferencia generalizada. Esto sucede hoy también en esta Francia eufórica. Se dice que hay pocos parados y ¡hay millones de personas que viven de forma precaria! Por esto escribo sobre economía y con indignación: se nos coloca ante falsos problemas y no ante los interrogantes que importan.

P. Por ejemplo.

R. ¿Por qué tan poca gente dice lo que piensa? Escribí otro libro de política e historia hace 20 años, La violencia de la calma, y me preocupé mucho porque nadie decía lo que yo me atreví a escribir. Debo delirar, pensaba, y acabarán por no hablarme. Creí que estaba aislada hasta que sucedió lo de El horror económico: muchísima gente se daba cuenta de la impostura, de las mentiras y de la urgencia de ponerse a hablar de todo eso.

P. No agotó el tema en ese libro. En este segundo precisa más.

R. Cuando se habla de globalización se pretende que la gente esté a favor o en contra. Es un error confundir globalización con ultraliberalismo. La globalización, respecto a las nuevas tecnologías y la posibilidad de la simultaneidad, puede ser algo estupendo para todos y, además, es irreversible. El problema está en cómo gestionar eso. Y entonces se da como irreversible que la única manera de gestionarlo es la ultraliberal.

P. Es decir, que está a favor de la globalización...

R. Por supuesto, es un hecho histórico que seguro que se puede gestionar de muchas formas. Y hay confusión porque se cree que lo económico destruye la política y no es cierto. Sucede justamente lo contrario: cierto tipo de política ultraliberal es la que destruye la economía, la economía real. La gestión de la globalización actualmente es totalmente ideológica y se pretende lo contrario. Por lo tanto, si estamos ante una gestión ideológica nada más normal que ponerla en cuestión y discutirla.

P. Está diciendo algo muy clásico: que la economía está politizada y que la forma de esa politización es una dictadura.

R. Sí, claro. Una dictadura, de tipo estalinista, muy bien camuflada para que no parezca que es una ideología. Cuando se habla hoy del capitalismo se tiende a decir que está más allá de la ideología y no es así.

P. En su libro dice que es una dictadura sin dictador.

R. Es que es una dictadura anónima mucho más difícil de combatir. ¿Cómo combatir un sistema dictatorial que se basa en la afirmación de que económicamente no se puede hacer otra cosa? El simple hecho de que se piense que no hay alternativas ya es un resultado de la dictadura. Claro que hay alternativas. Pero antes hay que tener claro cuál es el problema.

P. ¿Alguien se ha sentido aludido con sus libros?

R. He tenido un montón de críticas y de adhesiones. Las críticas más duras no criticaban mis argumentos, sino que yo estaba en contra de la globalización, lo cual no es cierto. Me gustaría tener críticas más serias ¡hasta las podría hacer yo misma! Mis propias críticas están en el libro siguiente, que siempre va más lejos... En Una extraña dictadura soy un poco más malvada. Podemos reír mucho con lo que dicen estos señores del Fondo Monetario Internacional. Entre mis dos libros también han pasado muchas cosas: en 1996 no había una opinión pública mundial sensibilizada sobre la mala gestión de la globalización y hoy es una evidencia que muchísima gente, reflexiona, toma nota, saca conclusiones, se expresa en Seattle y en otros sitios. El que mis libros tengan éxito es un hecho político claro y también lo es que determinados líderes políticos y empresariales me consideran ¡muy peligrosa!, ja, ja.

P. ¿Los libros sirven para cambiar las cosas?

R. En este tiempo ha crecido una conciencia, se han creado asociaciones de ciudadanos, se han alzado voces numerosas. Éste ha sido uno de mis principales objetivos: que los parados no se culpabilizaran sólo a ellos mismos de su exclusión. Pero hay que estar atentos porque nos hemos dormido y, así, se ha podido instalar esta política de hechos consumados.

P. Usted no ha estudiado nada de economía.

R. Nada absolutamente. Leo todo lo que cae en mis manos.

P. Y aun así la escuchan en Davos.

R. Me han invitado, sí, fue una experiencia interesante del poder actual.

P. Como hija de banquero, también conoció el poder de cerca.

R. Conocí los pasillos, la trastienda. Mi padre nunca me explicó nada, pero yo estaba internamente en profundo desacuerdo con todo aquello. Y lo vi en la guerra: vi las consecuencias del poder y del maniqueísmo que genera. Por esto me preocupan también las consecuencias de lo que escribo y de lo que digo, por eso, quizás, he tardado tantos años en decidirme a explicar lo que pienso y tratar de matizarlo al máximo.

P. Precíseme una palabra: ¿qué es el progreso?

R. No creo en la noción de progreso. ¿Es que Heráclito pensaba peor que Bergson? ¿O que Montaigne es inferior a un escritor actual? La idea de equilibrio que lleva a huir de las pendientes; las bajadas van siempre muy rápidas. Esto es lo que nos pasa ahora: vamos hacia abajo rápidamente, la especulación nos pone en peligro. Y decir esto es ser optimista: creer que se pueden cambiar las cosas. Sólo los conformistas, los que creen que todo está bien así, los que dicen que no se puede hacer otra cosa, los que creen que hay que adaptarse porque todo es estupendo, son pesimistas. Es el discurso de la dictadura, un discurso que incluso impide constatar dónde estamos para que surjan contrapoderes no delegados. Yo no creo en el paraíso, pero sé que nunca hay nada perdido. Eso sería como decir que hay que adaptarse al infierno.


Comentario final mío ( Javier ) .... el libro y la entrevista fuéron previos a la "caída de las torres gemelas" ...pero ésta es otra historia

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena entrevista, me sirvió para terminar de estudiar para un examen de Sociología que rindo el jueves que viene. Leer su entrevista me sirve para dar una respuesta mas certera basándome en la misma opinión de la autora. Gracias!